contribución industrial y de comercio

Con la reforma de Alejandro Mon en 1845 se impuso la llamada contribución industrial, que consistía en un canon fijo según la actividad y la población donde estaba establecida la industria, y uno variable, consistente en un 10 % de los locales utilizados para el ejercicio; no obstante, no es un gravamen sobre el capital invertido o sobre los beneficios, sino que al ser una cantidad fija se regía por el sistema de cuota por el mero ejercicio, fijándose un listado con cada una de las actividades y debiéndose pagar por otros conceptos el resto de los elementos gravados (edificios, capital, utilidades o beneficios, etc.). Evolucionó en 1896 a la contribución sobre utilidades. También se denomina subsidio de la industria y del comercio.