alcalde de pagas de castillos fronteros

Sus competencias fueron inicialmente asumidas por un oficial regio, pero desde Enrique IV se convirtió en un cargo honorífico, concedido a personajes de la alta nobleza, que solía delegar sus funciones en un lugarteniente; con frecuencia este era designado entre personajes de las oligarquías locales, a veces con intervención de un gran Concejo de la zona. También se denominó juez de las pagas de los castillos de la frontera. «Que el alcaide y alcaldes y regidores de los castillos fronteros nombre buenas personas que reciban las pagas. Porque las pagas de las villas y castillos de la frontera sean mejor hechas, y mas ciertas, ordenamos y mandamos que el alcaide y los vecinos y todos los alcaldes y regidores y jurados de todas las dichas villas y castillos en una concordia deputen y nombren en cada un año buenos hombres, llanos y abonados, y de buena fama para que vayan a recibir las dichas pagas con su poder complido y bastante» (OORRC, V.).